• “La pendule
d’argent qui dit oui, qui dit non.” Jacques Brel. Mientras
miraba el reloj de pared de principios del siglo pasado, siguiendo el
incansable y cansino movimiento de su péndulo, se dijo: - El tiempo no existe,
solo pasa. Nunca es presente, siempre es pasado. Cuando acabo de decir ahora ya
es antes.
•
Amaba la palabra elocuente y el verso florido: Un nombre, un adjetivo, un
pronombre y algo más.
• El pasado: Esa importante mezcla de pequeños
detalles combinados con matices irreproducibles que nuestra mirada captó
(determinado gesto, una sonrisa etc…), eso constituye el recuerdo que tenemos
de los otros.
•
Aquellos que hemos intentando aprender de y a aprehender la vida, llegamos a un
lugar situado en la colina del tiempo, donde la perspectiva es mejor y más
despejada. Desde la serenidad y la experiencia, somos capaces de vernos a
nosotros mismos y a los demás de manera diferente, diría que más justa.
•
Las personas, algunas, no todas, tenemos distintos niveles de comunicación y de
expresión y estos dependen fundamentalmente del interlocutor. Para decirlo
gráficamente, yo no soy el mismo cuando hablo de fútbol o cuando hablo de
ingeniería química y mucho menos cuando hablo de literatura o de sentimientos.
Tampoco puedo hablar y expresarme sobre todo con todos. Por eso con algunas
personas podemos compartir unas cosas y con otras, otras cosas, pero estoy
convencido que no hay nadie con quien podamos compartirlo todo. No existe la
pareja perfecta, ni de amantes ni de amigos. Somos seres 46 complejos y algunos
tenemos la suerte de poder transmitir algo, no todo, lo que sentimos. Casi
siempre se nos queda demasiada tinta en el tintero.
•
Siempre nos repetimos o repetimos sin saberlo a otros. Me refiero en este caso,
al otro, a ese otro yo, que se expresa en silencio, que se expresa escribiendo,
que convive con nosotros, entendiendo por nosotros, lo que los demás ven e
interpretan. Aunque que al final seamos lo que aparentamos ser para los otros,
siempre nos queda el convencimiento de ser además ese otro, que nadie conoce o
que se da a conocer parcialmente en sus escritos. Todos, tenemos ese yo al que
solo alcanzamos nosotros, como decía Machado: Converso con el hombre que
siempre va conmigo. Ese que nos acompañará a la tumba, ese que nadie puede ni siquiera
rozar, ese que sólo existe para nosotros mismos y que muy rara vez aceptamos
compartir.
• Quiero convertirme al final de mi vida en el
actor secundario de película de serie B y dejar el protagonismo a los otros.
Quiero ser el psicoanalista y no el psicoanalizado, quiero ser el maestro y no
el alumno, quiero ser el que admira y no el admirado. De los dos hermanos,
quiero dejar de ser el guapo y quedarme con el feo... Aprender a escuchar y
pasar desapercibido, creo que ese es al menos un buen propósito y en ello voy a
poner mi empeño.
•
Muchos conceptos se definen por lo que no son, seguramente porque son difíciles
de aprehender. Y después están las acepciones, y la humildad como tantos otros
tiene varias, v.g. humilde en el sentido de pobre, de muy bajo estatus social.
Ahora bien: ¿Qué entiendo yo por humilde? Para mí, la humildad está relacionada
con el conocimiento de mi fragilidad, de saberme mortal y por lo tanto finito,
de conocer mis límites y también con mi solidaridad con el resto de mis semejantes
y el conocimiento una vez más de sus miserias y de sus grandezas. No tiene nada
que ver con la modestia, concepto este que se emplea como sinónimo de humildad.
Ser humilde, también está relacionado para mí con ser discreto, prudente y
comedido.