SUMERGIRNOS EN LA LITERATURA AFRICANA EN CASTELLANO
Publicado por Paiderex en
Martes, agosto 16, 2011 · Autora: Sandra Martínez Martín.
Hasta las últimas
décadas no habíamos asistido aún a un acercamiento y conocimiento suficientes
de la literatura africana escrita en castellano. Las dificultades sociales y
lingüísticas de los territorios africanos de habla hispana no habían permitido
una adecuada difusión de los autores y de sus obras. La intención principal es
que las escuelas africanas puedan incluir en sus enseñanzas este abanico tan
amplio de literatura pero además, se pretende un conocimiento más allá de las
fronteras, donde el mundo hispanohablante pueda dejar de ignorar una realidad
que ha existido desde tiempo atrás. Académicamente supone todo un éxito la
inclusión de los estudios literarios africanos en habla hispana. En este
artículo se pretende además que valoremos dicha adquisición de conocimiento e
iniciemos la labor de sumergir esta parcela literaria en nuestras aulas para
poner al alcance del alumnado una literatura rica y nueva para nuestro
currículo. A lo largo del artículo haremos un breve recorrido y comentario de
algunos textos poéticos sobre los que podríamos realizar diversos comentarios
en el transcurso de la temporalización de nuestras programaciones didácticas.
…Descansemos ahora en Cabos
sueltos de León Cohen Mesonero porque su verso es
delicado, puro, sencillo, como el balanceo de una cuna. Un espacio cálido para
la poesía amorosa, tierna, dulce, purificadora… De nuevo el agua penetra en
estas letras como se adentra el cuerpo en las aguas puras, y como se adentra en
la mirada, siempre limpia, inocente… como la de un niño o un dios mismo.
Nos llamarán la atención las citas
bíblicas, Moisés habla con Dios… Dios es el Mar, ese lugar donde perdonar
tantos errores, ese deseo de olvidar tanto daño en la historia. El Mar es el
elemento purificador al que volver como el que vuelve a Dios.
El retorno a la infancia es obligado,
porque en la infancia está la candidez, la ingenuidad, la inocencia. El
contraste es evidente, el adulto está corrompido por la sociedad que invade su
pensamiento, su corazón, que vuelve autómata al ser humano.
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