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jueves, 24 de diciembre de 2020

CAMISAS MOJADAS

 

EUROPA SUR 

 

OPINIÓN Martes, 10 de marzo de 1992

 


TRIBUNA ABIERTA


Camisas mojadas

LEON COHEN MESONERO 

Profesor  de la Escuela Politécnica de Algeciras 

Tomando como referencia un articulo publicado en el diario El País el pasado día 28 de febrero, escrito por Tahar Ben Jelloun, el autor del presente artículo desarrolla, recurriendo al relato poético, la tesis también defendida por el antes indicado, de que España ha de ser más generosa con el Magreb, en beneficio de todos.

 


Younes Ould Beni Makada había nacido en Tánger, pero junto a él viajaba entre otros cientos, Driss Ben Mohamed que era de Larache. Driss había crecido entre arena y olas, en  la  otra  banda., playa  municipal donde rio, mar y tierra concertaron sus nupcias estivales  mientras  Hércules era amamantado justo arriba, en la colina, junto al jardín de las Hespérides.

Ningún hijo de aquel pueblo milenario podrá nunca olvidar, incluso después de haber perdido la memoria, aquellos atardeceres del mes de julio, cuando la brisa que subía del Atlántico sellaba una especie de pacto tácito entre el sol y el mar, trayendo consigo la vida a unas calles desiertas por el implacable sol de mediodía. Tanto Younes como Driss hubieran preferido no tener nunca que sentir la imperiosa necesidad  de buscar otras tierras y otros mares que no fueran los suyos. No entendían cómo ellos, para  poder comer y ahorrar\algo, tenían que buscar arriba, al Norte, mientras los pescadores españoles y otros muchos extranjeros firmaban acuerdos, compromisos y otros chantajes, para poder pescar en su mar que era rico como ninguno.

 Driss sabía también que en la vega del rio Lukus crecían  las mejores naranjas valencianas. Younes había oído hablar a sus viejos de la enorme riqueza agraria de la llanura del Gharb bañada por el caudaloso rio Sebou. Hallar explicaciones, o hacerse demasiadas preguntas les podía llevar toda la vida, toda la miserable vida, y podían morir de hambre en el intento. 

Entonces decidieron, como se decide dar un salto al vacío, que su respuesta estaba al otro lado de la orilla. España estaba a dos mil dólares de distancia en cualquier patera de las que todas las noches botaban los comerciantes del hambre y de la muerte. Eligieron ser camisas mojadas.

Conocemos el destino de Younes por Tahar Ben Jelloun, el poeta de la Hafita. Esa historia bella y terrible es también la historia del Sur. Ese Sur que amanece ahogado en las playas del levante en Tarifa, Algeciras o Almería. Ese Sur que también se disfraza de  albaneses  arrojados al mar por el muy dem6crata a fucr de democrático gobierno italiano...

La otra tarde noche cuando me disponía a cenar en un hotel de Frankfurt, fui atendido por un camarero que se dirigía mi en Inglés. Mientras cenaba pude comprobar cómo aquel joven dominaba  por igual los idiomas francés y alemán. Era un  hombre del Sur. Me pregunté si habrían muchos europeos  con aquel mismo bagaje ejerciendo la misma profesi6n. Cuestión de oportunidades (?)..

Por un instante pude imaginar a aquel chico amable y educado soñando con conquistar el Norte desde algún barrio de chabolas como Beni Makada o el  Souani, en Tánger o en Tetuán. Luego vi su cadáver flotando en la orilla de  una  playa sin nombre...

En Larache, los "Boat People", como ahora  llama Occidente a los inmigrantes ilegales, eran unos muchachos tostados por esa rara combinaci6n de sol y de agua salada, con los músculos labrados por la necesidad, que por unos pocos francos para demasiadas brazadas de remo, llevaban y traían a los bañistas desde una y  otra parte de la otra banda.

En la época de la que hablo, la mayoría de los bañistas eran trabajadores españoles que hubieron de recorrer el camino de la miseria en sentido inverso (no es acaso de sentido único dicho camino ?)  A ellos las circunstancias les dirigieron a buscar sustento hacia el Sur. Ahora los del Sur se han multiplicado tanto que el Norte es su  única  salida  esperanzada. El poeta de la Hafita nos sugiere que miremos con cariño y humildad al Sur, no vaya a ser que el brillo plateado del dinero del Norte nos deje ciegos.


* Este artículo fue también publicado el 8 de Mayo de 1993 en "Le Journal de Tanger"


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