5.- La tercera orilla
Análisis geocrítico de lugares de viaje
migratorio en diez textos narrativos hispanomarroquíes
Trabajo de Fin de Máster en Filología
Española. Departamento de Lenguas Modernas Universidad de Helsinki Enero 2016 .
...En el relato corto “La Calle Real” del
escritor León Cohen Mesonero el recuerdo de la calle de la ciudad de Larache lo
visita al yo-protagonista y le hace recrear en su mente los lugares centrales
de su infancia, ya patinados por el tiempo. En NP (”yo”) lleva al lector a dar
una vuelta consigo a lo largo de la calle revisitando los habitantes, pequeños
negocios y espacios cotidianos haciendo uso de todos los sentidos. También esta
vez el narrador describe una ruta para el lector. Aunque podemos encontrar
algunos lugares de Marruecos (p. ej. Larache, el Barandillo, Fez, Debdou,
Alcazarquivir) y algunos de España (Barbate, La Higuerita, Isla Cristina), como
vemos, la mayoría se refiere a los lugares que están fuera de Larache. Nos
parece que los lugares a lo largo de la calle son más bien cotidianos y
pertenecen a los habitantes de la ciudad (p. ej. la villa nueva, puerto, una
bodega, la tienda de un fassi, una escalerilla, la sastrería, la casa del
mecánico dentista, el Hammam, la sinagoga, Bar Royal). Pero lo más interesante
ha sido el nombre de la calle de la que se habla, La Calle Real, porque durante
la investigación no hemos podido encontrar en los mapas una calle denominada
así en la ciudad de Larache. Sin embargo, el nombre aparece también en otro
texto literario, Larache, crónica nostálgica de Sara Fereres de Moryoussef
(Barce 2013) y parece ser el nombre antiguo de la calle. Entonces, el lugar del
título del relato es la de interferencia heterotópica. 59 Las descripciones
forman buena parte de la historia. Los sentidos son una herramienta usada por
el narrador para visitar los lugares de la infancia del protagonista y sirven
para recrear momentos inolvidables: ”Enfrente, el churrero, que preparaba los
mejores buñuelos de la historia. ¿Cómo olvidar su sabor y su textura
inconfundibles al disolverse en la boca con un buche de té moruno? [….] Todavía
puedo sentir en mi mano el calor que desprendían [al llevarlos a la casa de la
abuela Luna].” Y a veces la realidad y la imaginación se entremezclan: ”[...] a
la derecha, una bodega profunda y oscura, que quedó fijada en mi retina por una
historia que solía contar mi padre sobre un legionario [...]”. Lleno de
detalles pintorescos, tampoco le faltan al relato algunas observaciones
políticas. Efectivamente, el relato puede ser interpretado desde la perspectiva
endógena como apoyo a la convivencia judío-musulmán-cristiano. El NP (”yo”)
describe el estilo de vida y el humor entre los habitantes musulmanes, judíos y
cristianos que convivían en Larache cuando era pequeño. Como consecuencia,
adopta otra actitud cuando habla de la mudanza de los judíos a Israel después
del establecimiento del estado. Según el narrador, los judíos marroquíes fueron
”seducidos por los agentes sionistas”. Tampoco menciona el país por su nombre,
sino que habla de “un país ajeno” y de ”lo que entonces se llamaba Palestina”.
La perspectiva se vuelve más bien exógena cuando menciona el país. La visión
estratificada entonces parece enfatizar la larga historia del norte de
Marruecos, establecida por los fenicios y los cartagineses, siguiendo como
parte de la provincia romana antes de ser parte del imperio islámico, lugar de
emigración andalusí y más tarde del Protectorado Español. Pero, en particular, Marruecos
está visto desde los ojos judíos: Marruecos no solamente es un país islámico,
sino que sus ciudadanos tienen orígenes étnicamente variados. Larache, y la
Calle Real en particular, se convierten en este relato en un espacio vivo que
no es solo un marco para la historia o el objeto de focalización. Lleva dentro
otros lugares. Podemos ver que los lugares a lo largo de la calle pertenecen a
varios grupos étnicos y sociales. Algunos son utilizados por todos, algunos
sirven de uso para un grupo o una función especial (sastrería, bodega,
sinagoga). También son lugares de una visión nostálgica. El nombre de la calle
sirve de símbolo tanto para la vida humilde como para la majestuosa: “Es por lo
tanto una calle que sabe cómo acercar a los dos mundos. Es una calle de
concordia y convivencia.” La ciudad es también un lugar de recuerdos. El viaje
no se hace en Larache, tomando la ruta a lo largo de La Calle Real, sino que es
un viaje al pasado a través de los recuerdos. La ruta es la realización de
esto, seguido por el ciclo de narración que está interrumpida, a su vez, por
descripciones de los acontecimientos de la infancia. Aunque al primer vistazo
parece que el 60 focalizador es un niño de Larache, todo está interpretado por
la misma persona en su edad adulta. Las elipsis que omiten décadas en la fábula
enfatizan este rasgo. Como el frecuente uso de los sentidos en las
descripciones de los recuerdos muestra, son más bien las experiencias que los
datos precisos las que uno ha grabado en la mente. Pero el tiempo y la
emigración funcionan como oponentes para el personaje, y al reconocer la
imposibilidad de regresar al Larache de su infancia, el yo-protagonista muestra
una visión alógena cuando habla de la recreación de la ciudad al principio del
relato. La imagen de Larache es una re-presentación, creada y limitada por los
recuerdos...
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