Carta
a José Luis López Vázquez
Admirado José Luis: Mira
por donde, con ocasión del homenaje que mañana te brindan, voy a tener la oportunidad de ofrecerte este pequeño tributo en persona,
uno nunca acaba de saber por qué se cruzan los destinos. Son cuatro palabras
apenas.
He tenido, como la mayoría
de los españoles, la suerte o la
desdicha de ver tus inevitables películas en blanco y negro y por una única
cadena, sí, aquellas que no teníamos más
remedio que aguantar porque no había
donde elegir, pero también he visto las otras, las evitables. Te he visto
envejecer como a mí mismo y he tratado de traspasar la imagen tópica del actor
de algunas españoladas para quedarme con algo más que un bigote, unas gafas y
una dentadura prominente. Más allá de la popularidad del actor y de una cierta
familiaridad que nace de la complicidad que se establece entre actor y
espectador, he querido y creído ver en ti a una persona distante, discreta,
introvertida, tímida y con una cierta carga de melancolía, muy cercana a la que
se desprendía del personaje que encarnabas, mirándose al espejo, en aquella escena inolvidable de la
película “Mi querida señorita” .
Ellos, nuestros vecinos
franceses, han tenido a Fernandel, a Bourvil y a De Funés, nosotros, a José Luis,
a López y a Vázquez ( tres en uno). A pesar de la injusta cuota de
distribución de películas españolas versus las norteamericanas, para los de mi generación los actores más conocidos, no fueron ni Gary
Cooper ni Jimmy Stewart. Los más populares, sin duda ninguna, fueron los dos
representantes genuinos del cine español, es decir, los dos que
protagonizaron todas las
películas españolas: Fernando Fernán Gómez y José Luis López Vázquez. Hay que
tener algo más que talento para conseguir lo conseguido por estos dos actores
apellidados simplemente Gómez y López.
Más que un actor completo y de registros variados (que lo fuiste), más que un gran comediante (que lo sigues siendo), por esos juegos del azar y de los duendes, José Luis, a partir de ahora, López-Vázquez con guíon, has sido sobre todo, uno de los referentes entrañables de la memoria colectiva de al menos dos generaciones de españoles a los que nos queda para siempre, la risa o la sonrisa, la emoción o la angustia que nos provocaba aquel vecino del quinto que nos caía tan bien, probablemente, porque no era ni alto, ni guapo, ni tenía demasiado éxito con las mujeres.
14/06/2002
*Esta carta se la entregué a JLLV en la comida homenaje en Algeciras
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