Carta
a un amigo de infancia
Buenas
noches Pepe: Soy un fantasma de tu memoria que vuelve después de medio siglo.
Ignoro si este viaje de vuelta era necesario, ni tampoco sé si puede ser útil.
Pero no importa, aquí estoy. Después de tantos años ya ni siquiera somos lo que
un día fuimos: aquellos dos niños llenos de ilusión y de ganas de vivir y de
jugar... indefinidamente.
Nos vamos construyendo
sobre una base amorfa, de manera algo diferente a como se edifica una casa
sobre unos cimientos firmes y bien definidos, así devenimos y nos convertimos
poco a poco en adultos. Y, ¿qué queda de aquellos niños que un día fuimos ?
Muchos recuerdos, mucho sentimiento y la
inevitable nostalgia.
Esta noche de verano me pregunto : ¿ Qué pasaría si un día nos encontráramos, además de recordar y de reírnos? Los caminos vitales bifurcan y cada uno va haciendo su camino al andar como decía el inefable Machado.
Yo soy yo, pero lleno de
experiencias que no hemos compartido, por lo tanto soy otros muchos, además del
que tú conociste. Por eso Pepe, es muy posible que esta carta o esta reflexión
sobre el devenir vital no te llegue nunca. Muy probablemente, el origen de esta
misiva resida en la casualidad de haberte vuelto a revivir a través de una
conocida. Faenas del azar.
Tú eres un componente de
mi memoria vital como yo lo soy de la tuya y eso es importante. Ser parte de la
vida de otros es quizás nuestra mayor contribución a la Vida en general.
No te voy a contar nada de
mi trayectoria porque de nada valdría y porque ese no es el motivo de este
intento de acercamiento a alguien que sólo existe en mi memoria y que no guarda
relación alguna con el adulto que va a leerme.
Pepe
y L. fueron amigos porque coincidieron en tiempo y espacio y supongo que por
determinadas afinidades de carácter. Luego, con el transcurrir, Pepe se aleja
de L. primero y luego de aquel Pepe al que L. conoció y lo mismo sucede con L..
Y es que con el tiempo y el maldito devenir, uno no sólo pierde a los amigos
sino que de alguna manera también se pierde a sí mismo para convertirse en esos
otros muchos que se van sucediendo. De aquí el reencuentro imposible.
Realidades distintas imposibles de conjugar.
No obstante, me queda la
duda razonable de que si nos sentáramos
a conversar, coincidiríamos en lo felices que fuimos mientras fuimos aquellos
niños, coincidiríamos en nombres y en topónimos de nuestro pueblo, y disfrutaríamos
de un buen rato que no es poco, pero ¿ Y luego ? ¿Qué importa luego? Valdría la
pena y punto. Ves Pepe, me estoy acercando a ti conforme voy escribiendo e
incluso me va seduciendo cada vez más la idea de compartir contigo uno pocos
vinos y cientos de recuerdos, pero mañana quizás ya sea tarde y opine de manera
diferente, igual que les sucede a los
borrachos.
De cualquier manera y a
pesar de lo expuesto, en mi memoria, Pepe
y Lolo siempre tendrán un sitio destacado, y siempre habrá un momento como esta noche, para recrear aquella infancia
junto a vosotros. ¿Cómo olvidar aquellas tardes jugando a las siete y media y a
la lotería junto a la mesa camilla con doña Basilia y con Choni, y el
palitroque y las guerrillas y el juego con los huesos de albaricoque a los que llamábamos "huitis"?
Julio 2006
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