Blog de León Cohen Mesonero

Cuentos. Relatos. Cabos Sueltos. Apuntes. Artículos de opinión. Poemas. Microrrelatos. Reflexiones. Cartas.

martes, 16 de febrero de 2021

CARTA A AGAPITO

 

Carta a Agapito

 

Si supieras Agapito, porque tú te llamabas Agapito Saja. “Saja” o “Saha” es una palabra árabe que se utiliza para brindar y hacer buenos deseos, algo parecido a “Salud” en castellano. Mira Agapito, sin saber por qué, a uno de repente le asalta una extraña  mezcla de sensaciones que sin saber cómo, se convierte en una carta como ésta. Nace de algún rincón del pasado aunque  no parece tener  demasiada razón de ser.  Como de pequeño uno iba saltando de un amigo a otro por la fuerza de las circunstancias cambiantes, como el cambio de colegio o de ciudad, uno se cree que las personas que poblaron nuestra infancia quedaron archivadas  en un cajón de la memoria para no volver jamás. Pero la vida nos demuestra lo contrario, porque esas personas que de algún modo configuraron el paisaje íntimo de nuestra vida, más tarde o más temprano escapan del cajón y vuelven en forma de recuerdos más o menos deformados por el tiempo. Y así,  porque las cosas ocurren porque sí,  me he puesto manos a la obra  y aquí me tienes.

Recuerdo muy bien que me comparabas con Robert Mitchun y no puedo entender por mucho que lo intento, que un niño de trece o catorce años como era yo entonces, tan guapo como decían las jóvenes y las no tan jóvenes, te  recordara a aquel actor tan americano, tan inexpresivo  y con esa  cara de palo. El que sí que se parecía al tal era tu padre, tu padre con su humanidad sobre la  Vespa, recorriendo Larache, de casa en casa para poner inyecciones. Tu padre tan seco y antipático, tu padre  al  que tanto parecías temer y cómo me transmitías tu miedo. A lo mejor es que el hombre llegaba a casa cansado  de   dar ánimos a los enfermos y no tenía ganas de hablar, a lo mejor con los amigos era un tipo encantador, entonces que me perdone, esté donde esté. Además, Agapito tú eras muy travieso y el hombre estaría harto de ti. Pero a lo que iba amigo, si supieras la de vueltas que da el mundo y nosotros con él. Resulta que ahora hay una cosa que se llama Internet, que ni tú ni yo en aquella época, hubiéramos imaginado por mucha imaginación que tuviéramos. El caso es que por ese medio tan inimaginable,  puedes escribir, hablar y ver  a la gente  al instante y desde cualquier lugar. Fíjate qué cosas Agapito. Tú que vivías tan cerca del Coliseo María Cristina (como María Cristina Agrela, nuestra compañera e hija del dueño de aquel cine) en un descampado, en plena morería, donde los días se hacían más cortos y las noches parecían más oscuras debido a un alumbrado casi inexistente .  Como te decía, hoy día gracias a  este invento, mucha gente se ha encontrado  y reencontrado como por arte de magia.  Y así es que un día sin comerlo ni beberlo contacté, estoy convencido de que no te lo vas a creer Agapito, con Carmen, que sí amigo, que sí. Ya intuyo tu inigualable sonrisa socarrona y contagiosa, apoyada sobre un colmillo que parecía morder tu labio inferior. Sí, Carmen,  la niña aquella que a ti te parecía un “guayabon” y que a mí me parecía una mujerona,  cuando la chiquilla no tenía más de once o doce años.  Tú estabas loco por ella,  a mí me gustaba Charito. Recuerdo como sacada de una película de JA Bardem, una escena en la que Carmen bajaba por el Callejón del Cine Ideal hacía la Calle Chinguiti, el multitudinario paseo de todos los larachenses, flanqueada por dos tíos que a nosotros nos parecían muy feos y muy mayores. Tú me mandaste esconderme al verla venir.  Nos escondíamos para poder seguirla y observarla mejor. Era la única ocasión que tenías para poder disfrutar de ella. ¡Pobre Agapito! 

Pues fíjate como son las cosas, amigo Agapito, que Carmen es ahora casi una amiga mía  y nos carteamos por Internet y aquella niña se ha convertido en una señorona guapetona y de fuerte personalidad y gran sensibilidad.

 Agapito Saja, siempre te tendré enmarcado en mi memoria como aquel adolescente travieso, de risa fácil y socarrona, enamorado de aquella flor irrepetible de doce años, llamada Carmen.  

                                                                        Enero de 2009

 

lunes, 15 de febrero de 2021

CARTA AL HIJO DE MI PROFESOR DE INGLÉS

 

Carta al hijo de mi profesor de Inglés

 

Por lo que indicas, tu padre murió relativamente joven, no habría llegado todavía a los setenta según mis cálculos.

Pero en mi recuerdo y en el de muchos de sus alumnos, vivirá eternamente. De hecho, ya está para siempre. Nunca he podido olvidar lo que me contaba cuando se plantó en Londres con toda la familia sin un duro y con pocas herramientas idiomáticas. Apostó fuerte y creo que ganó.  Al menos para mí, aquel alarde de sinceridad con su alumno y el riesgo que asumió para perfeccionar su Inglés,  fueron  una demostración de valentía y una lección que a mis ojos lo elevaron al pedestal de los valerosos e inconformistas, de aquellos que con su acción justifican su vida.

La sombra de los valientes, aquellos que arriesgaron y convirtieron su vocación en su vida, a base de trabajo y de esfuerzo, repito, la sombra de esos valientes es alargada  e indeleble. Tu padre pertenecía a ese grupo de seres carismáticos e inolvidables. Estas palabras reflejan, creo, la emoción que me ha embargado al recordarlo.

Fue mi primer profesor de Inglés, allá por el año 1955, cuando yo vivía en las Navas y tenía aproximadamente ocho años. Mi compañera de clase particular era una tal Mari.  Mr. Rivera estaba empezando y nos recibía  con un:

“ Hello Mery, Hello Laion.” Había pertenecido al Tercio y el Inglés fue su pasión. De aquella etapa en la Legión, conservaba algún detalle en el vestir, en verano siempre llevaba abierta la camisa dejando el pecho descubierto. Más tarde se lío la manta a la cabeza y se marchó a Londres con la familia, para mejorar su Inglés, las pasó canutas. A su vuelta se instaló cerca del Bar “La Marquesina” y yo seguí asistiendo a sus clases. Era un enamorado de la lengua de Shakespeare y fue con quien senté y asenté los fundamentos de un idioma, que después siempre me sirvieron para manejarme por el mundo.

Mientras te escribo, vuelvo a vivir las escenas de mi infancia en casa de Mr. Rivera y oigo de nuevo su voz profunda y veo su enorme sonrisa y mi admiración de entonces ha renacido.

Al terminar de escribir esta carta  he podido constatar lo que ya sabía: que la emoción en literatura es únicamente privativa de aquellos que  se emocionan cuando escriben y con lo que escriben. Sólo una sensibilidad encendida puede convertir un relato en un trozo de vida.  En esos momentos de emoción tan sincera y viva, todo puede ocurrir.

Valga este recuerdo para Mr. Rivera, el legionario que un día se enamoró para siempre de un bello idioma.   

                                                                                  2009

 

 

domingo, 14 de febrero de 2021

CARTA A UN AMIGO VIRTUAL

 

Carta a un amigo virtual

 

Yo también,  quizás en mayor medida de lo que sería deseable,  soy un misántropo irreconciliable, como el Alceste de Molière. Mis crisis son cortas pero demasiado frecuentes. Hay muchos días y momentos en que no soporto nada ni a nadie. En fin serán cosas de algún enzima o de alguna hormona o como solía decir mi abuela Luna será “el baque” de familia . Siempre lo decía a propósito del mal carácter de una de mis tías : hoy tiene el baque,  no hay quien le hable. Así que me he convencido que es algo inherente a los genes.

Aquí también ha entrado el frío invierno sin que nadie lo invitara. Este frío me estimula la vena poética y me convierte en más productivo. Tengo ahora mismo varios relatos a medio terminar abandonados en el ordenador, esperando a no sé qué... Al recibir su mensaje, volví sobre mis Cabos Sueltos y como ocurre en ocasiones, no me parecieron míos, realmente son  de otros muchos escritores como Montaigne, Ronsard, Racine, Corneille, Molière, La Fontaine, Rousseau, Voltaire, Mussset, Baudelaire, Hugo, Dostoievsky, Balzac,   Gide, Kafka, Machado, Lorca, Salinas, Alberti, Camus, Sartre, Céline, Brecht, Prévert,  Benedetti,  Koestler, Ben Jelloun, por citar algunas de mis lecturas apasionadas. Son aquellos autores que están en la recamara de todo libro. También,  parodiándole,  no sólo somos lectores distintos sino escritores diferentes, según el momento y la ocasión. ¿Cómo reconocernos un día cualquiera en el que podemos ser Hyde y no Jekyll ? Volviendo a los Cabos Sueltos, hoy me gustaría darle algunas pistas que seguramente usted habrá adivinado. En el año 70 yo tenía veintidós años, en el 97 casi cincuenta y sin embargo he pretendido unir con costuras seguramente torpes, al joven con el  hombre maduro. Por otra parte, algunos relatos necesitan situarse, “contextualizarse”, por ejemplo, el ministro dimisionario y utópico es el personaje que me nació en vísperas de la huelga general contra el gobierno del PSOE en el 92 0 93. Por ejemplo, el poema sobre los últimos muertos del franquismo, por ejemplo el desencanto que los distintos gobiernos socialistas, los gobiernos de los perdedores, produjeron en tantos de nosotros, por ejemplo mi amigo José María Iglesias periodista en Madrid, nacido aquí en San Roque, con su alta luz, su alta torre, criado en Tánger y muerto en Villalba de un ataque de asma a los treinta y cinco años ...   No tengo prisa, algún día escribiré lo que quiero decir exactamente,  con las palabras justas , como dijo Boileau . “ Ce qui se conçoit bien, s´énonce clairement et les mots pour le dire viennent aisément” .

                                                                                          2003

 

 

sábado, 13 de febrero de 2021

CARTA A UN AMIGO DE INFANCIA

 

      Carta a un amigo de infancia

 

Buenas noches Pepe: Soy un fantasma de tu memoria que vuelve después de medio siglo. Ignoro si este viaje de vuelta era necesario, ni tampoco sé si puede ser útil. Pero no importa, aquí estoy. Después de tantos años ya ni siquiera somos lo que un día fuimos: aquellos dos niños llenos de ilusión y de ganas de vivir y de jugar... indefinidamente.

Nos vamos construyendo sobre una base amorfa, de manera algo diferente a como se edifica una casa sobre unos cimientos firmes y bien definidos, así devenimos y nos convertimos poco a poco en adultos. Y, ¿qué queda de aquellos niños que un día fuimos ? Muchos recuerdos, mucho sentimiento  y la inevitable nostalgia.

Esta noche de verano me pregunto : ¿ Qué pasaría si un día nos encontráramos, además de recordar y de reírnos? Los caminos vitales bifurcan y cada uno va haciendo su camino al andar como decía el inefable Machado.

Yo soy yo, pero lleno de experiencias que no hemos compartido, por lo tanto soy otros muchos, además del que tú conociste. Por eso Pepe, es muy posible que esta carta o esta reflexión sobre el devenir vital no te llegue nunca. Muy probablemente, el origen de esta misiva resida en la casualidad de haberte vuelto a revivir a través de una conocida. Faenas del azar.

Tú eres un componente de mi memoria vital como yo lo soy de la tuya y eso es importante. Ser parte de la vida de otros es quizás nuestra mayor contribución a la Vida en general.

No te voy a contar nada de mi trayectoria porque de nada valdría y porque ese no es el motivo de este intento de acercamiento a alguien que sólo existe en mi memoria y que no guarda relación alguna con el adulto que va a leerme.

            Pepe y L. fueron amigos porque coincidieron en tiempo y espacio y supongo que por determinadas afinidades de carácter. Luego, con el transcurrir, Pepe se aleja de L. primero y luego de aquel Pepe al que L. conoció y lo mismo sucede con L.. Y es que con el tiempo y el maldito devenir, uno no sólo pierde a los amigos sino que de alguna manera también se pierde a sí mismo para convertirse en esos otros muchos que se van sucediendo. De aquí el reencuentro imposible. Realidades distintas imposibles de conjugar.

No obstante, me queda la duda razonable de que  si nos sentáramos a conversar, coincidiríamos en lo felices que fuimos mientras fuimos aquellos niños, coincidiríamos en nombres y en topónimos de nuestro pueblo, y disfrutaríamos de un buen rato que no es poco, pero ¿ Y luego ? ¿Qué importa luego? Valdría la pena y punto. Ves Pepe, me estoy acercando a ti conforme voy escribiendo e incluso me va seduciendo cada vez más la idea de compartir contigo uno pocos vinos y cientos de recuerdos, pero mañana quizás ya sea tarde y opine de manera diferente, igual que les sucede a los  borrachos. 

De cualquier manera y a pesar de lo expuesto, en mi memoria,  Pepe y Lolo siempre tendrán un sitio destacado, y siempre habrá un momento como  esta noche, para recrear aquella infancia junto a vosotros. ¿Cómo olvidar aquellas tardes jugando a las siete y media y a la lotería junto a la mesa camilla con doña Basilia y con Choni, y el palitroque y las guerrillas y el juego con los huesos de albaricoque a los que llamábamos "huitis"?  

                                                                                        Julio 2006

 

 

jueves, 11 de febrero de 2021

CARTA A JOSÉ LUIS LÓPEZ VÁZQUEZ

 

Carta a  José Luis López Vázquez


Admirado José Luis: Mira por donde, con ocasión del homenaje que mañana te brindan,  voy a tener la oportunidad de  ofrecerte este pequeño tributo en persona, uno nunca acaba de saber por qué se cruzan los destinos. Son cuatro palabras apenas.

He tenido, como la mayoría de los españoles,  la suerte o la desdicha de ver tus inevitables películas en blanco y negro y por una única cadena, sí,  aquellas que no teníamos más remedio que aguantar  porque no había donde elegir, pero también he visto las otras, las evitables. Te he visto envejecer como a mí mismo y he tratado de traspasar la imagen tópica del actor de algunas españoladas para quedarme con algo más que un bigote, unas gafas y una dentadura prominente. Más allá de la popularidad del actor y de una cierta familiaridad que nace de la complicidad que se establece entre actor y espectador, he querido y creído ver en ti a una persona distante, discreta, introvertida, tímida y con una cierta carga de melancolía, muy cercana a la que se desprendía del personaje que encarnabas, mirándose al espejo,  en aquella escena inolvidable de la película  “Mi querida señorita” .

Ellos, nuestros vecinos franceses, han tenido a Fernandel, a Bourvil y a De Funés, nosotros,  a José Luis,  a López y a Vázquez ( tres en uno). A pesar de la injusta cuota de distribución de películas españolas versus las norteamericanas,  para los de mi generación  los actores más conocidos, no fueron ni Gary Cooper ni Jimmy Stewart. Los más populares, sin duda ninguna, fueron los dos representantes genuinos del cine español, es decir, los dos que protagonizaron  todas las películas españolas: Fernando Fernán Gómez y José Luis López Vázquez. Hay que tener algo más que talento para conseguir lo conseguido por estos dos actores apellidados simplemente Gómez y López.

Más que un actor completo y de registros variados (que lo fuiste), más que un gran comediante (que lo sigues siendo), por esos juegos del azar y de los duendes, José Luis,  a partir de ahora, López-Vázquez con guíon,  has sido sobre todo,  uno de los referentes entrañables de la memoria colectiva de al menos dos generaciones de españoles  a los que nos queda para siempre, la risa  o la sonrisa, la emoción o la angustia  que nos provocaba aquel vecino del quinto que nos caía tan bien,  probablemente, porque no era ni alto, ni guapo, ni tenía demasiado éxito con las mujeres. 

                                                                       14/06/2002

*Esta carta se la entregué a JLLV en la comida homenaje en Algeciras

 

 

miércoles, 10 de febrero de 2021

CARTA A ALEJANDRO

Esta es un selección de cartas de mi libro Cartas y Cortos publicado en 2011 

    Me gusta, cuando camino solo y el tiempo lo permite, escribirle cartas a  cada uno de los seres por los que un día sentí más cosas además de cariño, esos seres convertidos en fantasmas de mi realidad interior, esa "no-realidad" en la que tan bien me desenvuelvo y tan a gusto me siento.

Carta a Alejandro

Querido Alejandro: Esta mañana cuando te he llevado al cole, me he emocionado como aquel primer día en que mi abuela Luna me llevó a la escuela francesa  de Larache, hace ahora cincuenta años. Verte a ti y a tus compañeros tan diminutos, tan indefensos e inocentes, tan dispuestos, tan obedientes  y risueños, quizás nerviosos, ¿Qué o en qué pensarían y cuál sería  su estado anímico? Mi querido nieto, han pasado tantos años desde que a mí me sucediera otro tanto en un  mundo en blanco y negro, no estoy seguro sabes, pero en aquella época los primeros días de colegio eran más grises y tristes que hoy día. ¿Sería que el tiempo se acompasaba con la oscura cotidianeidad?  Mlle Beniluz, la maestra y el pequeño Mustafa mi primer amigo en el cole y también años después, han vuelto de nuevo desde un rincón profundo de mi memoria. Cuánto tiempo, no sé si pensar que siento nostalgia, creo que no, pero no he podido evitar sentir el mismo nudo en el corazón y las lágrimas como entonces han brotado, aunque  de forma diferente por supuesto, quizás pensando desde el otro extremo, desde el mío de abuelo, en tu desamparo frente a lo extraño.  Antaño me sentí abandonado  y solo ante el peligro por vez primera. Quizás también recordando a mi abuela, recreando aquel día tan importante para mí, tan importante para ti hoy, he podido sentir todo tu cariño cuando me has apretado con tu manita, cuando me has mirado, me has transmitido tu ternura, he podido sentir incluso la impotencia de no poder comunicarme contigo para que me contaras tus emociones y sentimientos. Ha sido en fin, una mañana especialmente emotiva para un abuelo como yo, contemplando a su nieto como ese pequeño ser indefenso y tierno que era esta mañana. Un abuelo y un nieto difícilmente llegan a acercarse generacionalmente por la insalvable distancia que los separa. Tú siempre serás un niño para mí, lo mismo que yo un viejo para ti.  Mañana te escribiré una carta contándote cosas que leerás cuando seas mayor  o cuando yo ya no esté para mirarte desde la ternura que me inspiras.       

                                                                                  18-09-2001

 


miércoles, 20 de enero de 2021

CABOS SUELTOS 8

 

Ella, la siempre presente, nos acecha recordándonos nuestra cita ineludible. Nosotros intentamos ignorarla pero ella nos espera segura de que nuestro encuentro tendrá lugar, más temprano o más tarde . Será, ella lo sabe, cualquier día a cualquier hora . La muerte es una puta que se acuesta con todos sin pedir nada a cambio. Todos hacemos cola a su puerta, por mucho que la odiemos o la temamos. Sólo algunos privilegiados han sabido asumirla y recibirla con sus puertas abiertas.

¡ Cuánta impotencia cuando ella condena a un ser querido ! ¡Qué  miserable pero qué grande a un tiempo la condición humana ante el sufrimiento de los demás !

 La muerte  brinda a los que van a morir, la oportunidad única de engrandecerse en su enfrentamiento con ella.

A partir de mañana desandaré los caminos del recuerdo.

El más profundo y primario de nuestros egos es fundamentalmente lúdico. Es aquél que está unido a todo aquello que nos entretiene y nos produce placer.

La lluvia suele caer sobre campos abonados.

La incultura y la carencia de espíritu crítico siguen siendo las plagas que subyacen bajo la mediocridad de una sociedad que camina sin rumbo ni destino y de la que ha de quedar muy poco que recordar. La gente se pierde al volante de su  último modelo del que sólo se apea para entrar en su adosado y luego diluirse en el primer telediario y despertar en el último.

Hay personas de las que nos separan barreras invencibles e impenetrables. Hay maneras de ser que hacen parte de la esencia del otro que nunca podremos aceptar, por mucho empeño y cariño que en ello pongamos.

Una vez pronunciadas, las palabras dejan de ser nuestras e incontrolables, se prestan a toda suerte de interpretaciones y malentendidos.

Una carta es : un secreto, una historia de amor, un relato, una secuencia ordenada de emociones, una confesión, un poema, un desnudo, un juego de ironías y complicidades, una declaración de principios, el sello final de una relación personal y mucho más. Una carta es  un misterio que al ser abierta se convierte en milagro.

Tus esquinas me impiden acercarme a ti.

El paraguas de la educación y de los principios siempre puede protegernos de las inclemencias exteriores e interiores.

Es un derecho inalienable de la persona, equivocarse. Es un deber de la sociedad, ofrecerle una segunda oportunidad.

Entre tanta mezquindad, la gente agradable, sociable y educada se salva y nos salva.

Quisiera en ocasiones ser escritor de las esquinas oscuras del alma.

Lo que callamos nos hace mejores

Quien conoce el deseo y la ternura ama la vida.

Amigo : Persona a la que  uno sitúa más allá del Bien y del Mal, arriba del todo, en el lugar de Dios.

Uno camina por la vida bajo un cielo plomizo, con negros nubarrones. De vez en cuando,  uno se topa con un trozo de cielo azul, es un amigo, es una amiga. Es un trozo de luz, es un pedazo de mar, es mucho más.


El amor es un rincón perdido en el tiempo que se nutre de sobresaltos y de tristezas.

El amor es una esquina perdida en el tiempo contra la que algunos tienen la suerte de toparse cualquier día, a cualquier hora.

El amor llega como un caballo endiablado, al galope, se marcha con las pisadas de un gato, sigiloso, para no molestar.

El amor cuando se instala es insaciable, todo a su paso queda devorado. De esta vorágine, los amantes salen mortalmente heridos.

Capaz de sublimar el gesto más trivial, capaz de disolverlo todo y de tocar el cielo en cada instante, también puede el amor transmutarse, convirtiendo ternura en tiranía, interés en indiferencia y pasar sin inmutarse de la vida a la muerte.

La euforia, el grito, el deseo, los trastoca el amor cuando le place en silencio y desierto miserables.

Cuando las cosas han sucedido, uno quisiera poder enderezar los renglones torcidos del destino.

¿ Por qué esa aptitud morbosa para apenaros con nuestras desgracias y esa incapacidad para compartir nuestras alegrías ?

El amor y el entendimiento entre los hombres ha quedado aplazado para tiempos mejores.

El deseo, esa bola de fuego ha estallado sobre tu cuerpo ardiente, convertido en mil estrellas. Ha sido hermoso y terrible.

Cómo fotografiar un sentimiento (?), el cine miente.

Dentro,  la lucha de dos cuerpos que ansían la fusión, se buscan, se aprietan, se acarician, se mueren por vivirse, por fin se rinden. Fuera,  la noche, la bravura del mar. ¿ Qué queda ? Quedan el paisaje, la ternura del recuerdo.

Me he derramado sobre tu cuerpo y no ha quedado nada que no hayas sentido, tocado u olido. Luego, he recogido todo lo que era mío y te había prestado y me he parado largamente a contemplar el mar, nuestro testigo.


Los “inmigrantes ilegales” : El poeta ha clavado sus ojos en la lontananza que le ofrece el horizonte y se ha puesto a escribir un poema que es una plegaria, un padre nuestro, el que rezan estos hijos de nadie perdidos en medio del mar.

Las relaciones humanas, la amistad o el amor, se establecen siempre desde una posición defensiva o de lucha. Se lucha contra el amor propio y en ocasiones contra otros amores. Desde esta perspectiva, las relaciones humanas descansan sobre hilos infinitamente finos y tensos, por lo tanto enormemente frágiles.

La Haffita : La Haffita se yergue sobre el mar como un faro. Es un pequeño “café “ construido sobre una roca. Es un símbolo. Un símbolo de soledad y de paz. Un símbolo de amistad. Allí no se dirige nadie para reunirse con sus enemigos. Allí se unen mar y montaña. Es un lugar agreste y salvaje, es un lugar antiguo y virgen. Para un tangerino es también algo más, es un recuerdo y un signo de identidad. Por todo eso, para un tangerino es un honor y un orgullo invitar a los amigos a tomar el té de la comunión y de la unidad, es como entregarles un pequeño trozo de su corazón.

Siempre he pensado que entre el marxismo utópico, esa especie de cristianismo materialista, y el socialismo real, hay algunas distancias insalvables como la condición humana, como Stalin y los Estados Unidos.

Los amantes : Entre tu boca y la suya, siempre se interpondrán los besos irrepetibles que me entregaste cuando la pasión nos dominaba. Ya nunca más tu ternura volverá a pertenecerte enteramente, en los espacios que cubre tu mirada siempre estarán mis ojos, el gesto que tanto te gustaba de mis labios y esa sonrisa perdida entre los tuyos.

Ocurre a veces que te miro con tanta ternura que casi te rozo el alma con los ojos.

Atardecer: El sol todavía alumbra, antes de acostarse sobre el horizonte de los montes cercanos. El atardecer entre verde y fuego ( campo y sol ) se extiende antes de despedirse. Yo descanso con tu ausencia presente y me explayo contigo, eterna ausente, amor imaginado. Te espero, queriendo que no vengas. Te abrazo tiernamente, luego te olvido mientras contemplo ese milagro que es un atardecer en primavera, aquí, al sur de todo.

¿ Cómo juzgar a un hombre, por lo que dice,  por lo que calla, por sus escritos. por lo que hace.?

Hay lugares y fechas a las que pertenecemos y que nos pertenecen y nos poseen. Generalmente corresponden a  momentos que compartimos con otras personas, momentos inolvidables. De la misma manera,  hay ciudades y calles que nos habitan y personas que nos visitan en los recuerdos o en sueños.

Detrás de la mirada del experto,  detrás de la mirada crítica , subyace la mirada profunda, la mirada ingenua e inocente del niño que fuimos, por eso la escenas de las películas de cine tienen tantas lecturas como miradas tiene el espectador que las contempla, quizás también como edades tiene ese mismo espectador.

Esa parte de mí que se queda callada, muda, ciega cuando te vas, esa parte de mí que se muere cuando te vas, esa tristeza velada que emerge y se apodera de mí, cuando te vas, ese amor que resurge y te llama cuando te vas, ahora que te has ido.

Ocurre a veces que uno quiere a determinadas personas más de lo que está dispuesto a admitir y a demostrar.

Quiero llenar tu ausencia de palabras proscritas como: te quiero, te amo, te estimo , te adoro...

Debajo o detrás de las palabras subyacen los sentimientos que aquellas no pueden expresar. 

 

 

viernes, 15 de enero de 2021

ENCUENTROS EN EL JARDÍN VIRTUAL por León Cohen y Jerónimo Cabillas

“El escritor León Cohen Mesonero nos ofrece una nueva publicación titulada “Encuentros en el jardín virtual.”. Con esta obra una vez más nuestro autor nos sorprende con su creatividad reflexiva y su libre pensamiento. Con citas de J.P. Sartre: “L´enfer c´est les autres “ o bien de Voltaire, Oscar Wilde, Jorge Luis Borges o Demófilo, sin dejar de tener en cuenta las del propio autor; todas ellas aportan sabiduría y abren la ventana de la creatividad al texto que comentamos, siendo punto de partida para las reflexiones que nuestro autor León Cohen (El Alquimista) y Jerónimo Cabillas (Aladino) aportan a la obra en cuestión y entre realidad, convicciones e imaginación tejen un sugestivo diálogo donde se sustentan experiencias y actitudes ante la vida. Así van concurriendo los diferentes puntos de vista, ante el enfoque de un tema que deriva en premisas compartidas o cuestionadas por el Alquimista o por Aladino. El primero centra sus derivaciones desde una visión intelectual, y Aladino recoge el tema desde un enfoque realista. De esta forma en los diferentes apartados uno y otro, van tomando la palabra, muchas veces coincidiendo y en otras, las divergencias se hacen patentes, pero siempre con un mutuo entendimiento, donde los posicionamientos encuentran nexos y jamás grandes desacuerdos. Quizás esta forma de proceder sea un enfoque necesario para llegar a establecer acuerdos.” Paloma F. Gomá 


A nuestra edad 

“Ayer tuve un sueño: Soñaba que cabalgaba a lomos del tiempo.” L.Cohen 

“Sé que somos la suma de instantes sucesivos que el tiempo no destruye” José Hierro 

El Alquimista. A nuestra edad, repasamos nuestra vida con cierta frecuencia, y en ese repaso descubrimos hechos que justifican nuestra forma de ser, pues en verdad, somos mucho más nosotros por lo que hemos vivido que por lo heredado genéticamente. Somos en definitiva, la suma de las influencias que los demás han dejado en nosotros. En mi trayectoria vital se mezclaron, rupturas naturales, paso de la infancia a la adolescencia o de la adolescencia a la edad adulta, con rupturas externas que hicieron a aquellas más difíciles si cabe. Todas esas experiencias y otras van puliendo y conformando lo que uno va deviniendo y en lo que uno acaba convirtiéndose. El hombre sabe sobrevivir. Al final, puedo decir sin temor a equivocarme, que he tenido en mi vida, como la mayoría de nosotros, importantes influencias de otras personalidades que han ido dejando en mí su poso. He aprendido de ellos observándolos actuar o hablar, he aprendido de sus silencios, de su generosidad, de su prudencia o de su discreción. He sido un alumno dispuesto a aprender y muy permeable, lo sigo siendo. Quizás pueda parecer, hoy en día, una actitud ingenua, pero siempre en mí anidó la voluntad inquebrantable de ser mejor persona cada día de mi vida, de ser mejor profesional, mejor todo, que en nada se parece a tratar de ser el mejor. Por todo lo expuesto, un día, ha tiempo, escribí: “Vivir es envejecer. No podría ser de otra manera. Envejecer es coleccionar recuerdos y momentos compartidos con otros, con esos seres que por pura casualidad nos pertenecieron y a los que pertenecimos. Esos seres que nos habitan y nos visitan por y para siempre. La ventaja de los viejos es que poseen todas las edades. En ellos conviven la niñez, la adolescencia, la juventud, la madurez y la propia vejez. Todos somos realmente lo que ha sido nuestro pasado. El pasado de cada uno es el labrador del presente. Por eso, creo que se puede seguir siendo bello en todos los sentidos (por fuera y por dentro) hasta que empieza la verdadera decrepitud. Llegado ese momento, uno debiera haber aprendido a dejar su hueco para que otro lo ocupe, sin amargura y sin miedo. También, creo que la suerte ha de acompañarnos para alcanzar ese tiempo de despedida”. Hemos llegado al jardín de los vejetes sin demasiados achaques. Es cierto que la vida nos ha dado algún que otro coletazo pero hemos sabido superarlo. Sobre todo hemos aprendido a interpretar la realidad, que no es otra cosa que conocer al de enfrente y a nuestro entorno. Eso es algo importante. Yo me acuerdo de aquel joven que yo era y de algunas cosas que hacía y creía y me digo: ¡Qué ingenuo! Valorar las cosas y a los demás en su justo término, apreciar al que viene por derecho, poseer empatía, reconocer al aprovechado, saber quiénes son los tuyos, no empalagarse con los éxitos propios, saber mantenerse al margen, saber callar a tiempo, dejar la soberbia en un rincón oscuro, controlar el silencio, reconducir la euforia por caminos placenteros, hacer lo imposible para no ofender, dar lo que se puede y cuando se puede o no se puede... No está mal, no está mal. 

Aladino. A nuestra edad tenemos la capacidad, o deberíamos tenerla ya, de distinguir el material del que están hechas muchas cosas: La mentira está mal constituida, no se mantiene, se cae sola o se tambalea, hay que hacer algún esfuerzo para aceptarla y mantenerla con validez. En realidad pienso que nadie puede engañarnos, es nuestra decisión de creer o no creer las cosas que nos cuentan, pero el tufillo de cada situación nos da todos los datos necesarios, generalmente. La verdad mira de frente, no parpadea ni se lleva la mano para cubrir la boca al hablar, es 54 fácil de entender, no tiene entresijos, tiene todos sus puntos fijos a la lógica, una lógica sencilla y simple. No hace falta esfuerzo, simplemente “es”. Es comprensible fácilmente. Es el gesto del que habla, lo que no dice, eso es lo que contiene lo que interesa saber, déjalo hablar, observa sin interrumpir, verás los huecos inconsistentes en pocos minutos. Tú y yo no nos habíamos visto en muchos años ¡Vaya Vd. a saber en la clase de elemento que se puede haber convertido aquel jovenzuelo atrevido! Yo estaba casi seguro de la clase de persona que encontraría y no me equivoqué. Yo suelo “redimirme” ahora en verano dos veces al día: cuando me despierto repleto de un buen descanso, no siento ni frío ni calor, me siento como en un “útero materno” y lo alargo un rato, sin prisas... luego sobre las nueve de la noche una buena ducha fresquita y a tomar unos tintillos a la terraza. Ahora hace una luna preciosa, ya ha empezado a ser menguante. 

Nostalgia 

“¿Cómo asir este tiempo lineal que cual humo se escapa, nos rehuye, este tiempo que es nuestra vida , que a lo mejor ni existe?” L.Cohen

 El Alquimista. Amigo Aladino: Los círculos acaban cerrándose. Ayer, recibí esta foto del amigo que está a mi lado, fue en Tánger un 21-07-1967. Mi amigo es un francés que jugaba al fútbol y estudiaba conmigo. Curioso que cuarenta y tres después, reciba esta foto que me retrotrae a mi primera juventud Al vernos, tan jóvenes, tan perfectos, no pude evitar sentir escalofríos. Me pregunté incluso, sí daría algo por volver a ser aquel jovenzuelo. No lo sé. Nunca podremos escapar de lo que un día fuimos. 

Aladino. Si yo tuviera la oportunidad de volver a tener algunos años, muchos o pocos, sin duda la rechazaría, claro ahora tenemos barriguita, canas, algo de mala leche, pero hay algo que le arrancamos a la vida: Lo que somos, lo que hoy somos, lo que pensamos, lo que somos capaces de comprender ahora, El Domingo almorcé con Claudia, mi hija mayor y con Hugo, mi nieto. Después de la comida fuimos a un parque infantil para que Hugo, 6 años, desfogara una “mijita” de testosterona, joder, estaba “imparable”. Charlando con Claudia, me salió una frase curiosa: “Soy la persona que siempre quise ser y vivo en el lugar dónde siempre quise vivir”, ella se echó a reír y me contestó que tenía exactamente la misma sensación. Esta simple frase contiene su peso en oro: el que la pronuncia es feliz. Sin la más mínima sombra de duda. No disfrutaría ahora de aquel cuerpo perfecto de la misma forma que lo hice entonces que no sabía que lo tenía, ahora toca vivir a fondo, comprender nuestro camino hasta aquí, echar un capote al jovenzuelo que no sabe nada de nada y cree saberlo todo de todo. 

 La autoestima

 “Trata de no ser un hombre de éxito sino un hombre de valor.” Albert Einstein 

El Alquimista. No sé muy bien si existen diferencias reales entre autoestima, amor propio, orgullo o soberbia, pero es lo de menos. La autoestima, que tiene muchos “visages” (que diría un francés), no se satisface con una simple estimación subjetiva que nazca de la reflexión personal. No basta con decirse qué guapo, qué honrado o qué trabajador soy. La autoestima necesita del reconocimiento del otro o de la sociedad, según el caso. Necesitamos ser queridos o admirados por la gente que nos importa, ya sean nuestros hijos, nuestra pareja o determinados amigos. También puede resultar importante en muchos casos, que nuestro trabajo, nuestro esfuerzo o nuestra dedicación sean reconocidos por la sociedad. Pero por encima de todo, es esencial y primordial, que todo lo que hacemos y decimos, que lo que realmente somos o pretendemos ser, esté de acuerdo con nuestros pensamientos y sentimientos más profundos, es decir con nuestro yo. No se trata de adecuar la realidad a nuestros deseos o de disfrazar ésta para convencernos, sino y sobre todo, de construir nuestra propia realidad de acuerdo con nuestros principios y nuestra manera de ser. Y de saber discernir de entre las infinitas maneras de conducir nuestra vida, la nuestra, la que hemos elegido porque creemos que es la que mejor nos corresponde. Esto quizás tenga más que ver con la llamada inteligencia emocional, pero resulta difícil imaginar a alguien con un elevado nivel de ésta, que no posea al mismo tiempo una gran autoestima. Aunque claro, tener una autoestima alta tiene sus consecuencias negativas. Nos convierte en más vulnerables cuando no somos reconocidos como esperamos o cuando somos rechazados injustamente y en otros muchos casos. Conviene por lo tanto dedicar tiempo y reflexión hasta conseguir limar las puntas innecesarias de una autoestima demasiado poseída de sí misma. Para poder volar hay que saber primero agarrarse bien al suelo. 

Aladino. El tema que abordas es apasionante (al menos para mí) y merece más, mucho más una charla sin prisas frente a un café que un rato de teclado, pero vale como tema muy acertado en nuestra charlas al Sol entre “agüeletes” en el parque de la red. De partida y aunque la autoestima tiene “muchos visages”, no estoy de acuerdo contigo en que necesita (salvo en la infancia) la aceptación de los demás, aunque no viene mal... más bien lo contrario, bajo mi criterio: la autoestima es esa fuerza que tú sabes que está dentro de ti, te lo reconozcan socialmente o no. Es de agradecer que la sociedad lo haga, que reconozca tus méritos personales, pero no confíes mucho, porque a veces no lo hace y hay muchas razones de por qué no lo hace. Siempre les recuerdo a mis hijas que el mejor halago que podemos recibir de los demás es aquél que no se atreven a hacernos, si eres capaz de comprender el juego y la maniobra, claro. Obviamente, para llegar a una autoestima saludable (ni excesiva ni pobre) hace falta trabajarse el auto conocimiento, haber ejercitado la auto observación, conocer nuestras capacidades pero también nuestros límites... En definitiva: es imprescindible conocerse uno mismo y esto sale del diálogo interno y de la perspectiva de nuestro entorno interpersonal a lo largo del tiempo. En estos campos no caben trampas. La madurez y, como bien dices, la inteligencia emocional, juegan un papel imprescindible para formar ese ser humano completo, con esa autoestima que detallas. La cosa se construye ladrillo a ladrillo a lo largo de la vida. En el niño, es fundamental que su entorno cercano reconozca sus méritos. Una educación basada en la represión y en el “no vales para nada” fabricará automáticamente futuros adultos enfermos  (“epsilones beta”), en cambio, el afecto, el amor, los juegos (con roce de piel), caricias, atención, generan autoconfianza, el niño se siente seguro y crece seguro y difícilmente crezca débil de carácter. En los campos de concentración nazis, eran los que sobrevivían. La autoestima es la gran herramienta para luchar contra la adversidad, lo que nos convierte en supervivientes. 

 Nosotros y los otros

 “L’enfer c’est les autres” J.P. Sartre 

Aladino. Estamos aquí, amigo, hemos llegado hasta aquí a pesar de los desafíos, de nuestras batallas, nuestros logros y nuestras derrotas. El resultado final es bueno, sea cual haya sido cada camino. Si no estamos aun chocheando, entonces nada ni nadie nos puede discutir nuestro bagaje, ya es tarde para soplagaitas y cantamañanas. Hemos vuelto con vida de cien batallas, nuestra habilidad no puede ser puesta en duda por ningún imbécil. La cisterna es muy útil en estas ocasiones y nuestro criterio acabará por ser comprendido sin que insistamos. Cada día necesitamos menos personas cerca, las justas: tu mujer, tus hijas, tus nietos, como bien dices. Ya no necesitamos más gente para ir a comer juntos o no sentirnos solos, otras personas siguen necesitando ruido a su alrededor, pero nosotros hemos aprendido a pensar, a estar solos (y bien). El amor está bien definido a estas alturas y las cortesías innecesarias pueden ser sustituidas por “las normas del Baranda” que deben ser flexibles y acogedoras, cierto, pero rígidas cuando haga falta. Más adelante se pueden ir perfilando las soluciones de acercamiento que hagan falta y restablecer el orden deseable. No hablo con personas sin argumentos a no ser del tiempo, no pierdo el tiempo con quien no puedo intercambiar algo de valor. Tan pronto como me sorprendo en un diálogo que en vez de intercambiar algo se está echando un pulso, desaparezco para siempre. Tener una familia obliga a la flexibilidad, pero esto es una cosa relativa, y siempre va en función de una lógica razonable. tiempo me ha convertido en una persona altiva que rechaza la arrogancia con arrogancia casi brutal y el desconocimiento con bastante tolerancia. No me va mal. Tenemos derecho a vivir en paz, hemos sobrevivido a mucha mierda, amigo alquimista. Es tiempo de escoger libremente lo que nos hace feliz sin más. 

 La Autenticidad 

“Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es.” Jean Paul Sartre.

Aladino. Es muy fácil ser sabio, es facilísimo ser líder, es simple ser tolerante, comprensivo, buena gente. Es absolutamente sencillo ser buen orador, tener don de gentes, rigurosamente fácil ser brillante. Es muy simple ser el número uno de lo que quieras imaginar... sólo tienes que serlo verdaderamente y todo rueda solo, es muy fácil. Pero el hipócrita no puede aspirar a ser sincero, el pobre no puede pretender administrar bien su fortuna y el que no tiene principios, ni se lo ha currado, puede dar una charla sobre ética... y pretender ser brillante en ella. En realidad, amigo, la vida se resume a ser auténtico... y no hay gente de ésa, créeme. Reina el cartón y el decorado, las formas sobre el fondo. Miseria de colores. Si te comprometes a decir la verdad, tendremos que asumir que tanto hipócrita suelto y sin bozal tratará de morderte la espalda en cuanto te vuelvas... no te dirán lo que vales, no admitirán su admiración hacia ti gratuitamente... tienen miedo de que lo sepas y son tan imbéciles que no saben que su silencio chilla, su incapacidad para reconocértelo. Conformémonos con estremecernos ante la voz del poeta que grita lo que todos callamos. La vida es mucho más simple de lo que aparenta... sólo hay que dejarla fluir.

Reflexión

Aladino. La gente me aburre de forma contundente, no hay tristeza interior en lo que digo, es sólo un rechazo visceral del que puedo evitar la expresión pero no el sentimiento. No me hace sentir desadaptado, simplemente me niego a ese rol y camino solo. Me hace bien caminar solo porque tengo la certeza única de no perder nada, la seguridad de que si intento aproximarme, en el mejor de los casos, me podría contaminar tanta estupidez y ése sería sólo el mejor de los resultado, si lo intentara. No. Prefiero una soledad total en la que soy libre, profundamente libre de reír o llorar, sin tener que preocuparme de lo que pudiera ser más adecuado para el momento y que pudiera o no coincidir con mis más profundos deseos humanos o los de otros. En mi soledad, el campo es verde si debe ser verde o decido imaginarlo así y el Otoño puede teñirse de colores pastel, de hojas secas, si es que debe ser así o yo decido pensarlo, la tierra puede ser la arena de una playa o el musgo y la tierra, fértil y húmeda, de un bosque viejo. No me afecta la estupidez de las modas, prefiero el vaivén de las mareas. No tengo la más mínima necesidad de adaptar mi paso a nada sometido a “comme il faut”, sólo necesito mi ritmo. No permito las censuras aunque admito el rechazo como parte de la libertad del otro o de la marea humana a la que pertenece. Tampoco necesito decorar mi piel con tatuajes ni teñir mi barba que se ha hecho blanca por el camino. Soy viejo y soy el artífice del hombre que he construido. Ése que hoy te escribe. Mi soledad es ese lugar en el que la ausencia, el vacío, de criterio ajeno no me afecta, tampoco necesito aceptar lo que considero desatino a cambio de nada, tampoco exijo aceptación. No necesito aceptar ni que me acepten, me niego al trueque que me proponen. Debo ser en cierto modo un delincuente social. Digo de mí mismo que soy “aspirante a ameba” y el que me 62 escucha se ríe comprensivo sin saber exactamente lo que quiero decir y, yo me río interiormente, porque nadie puede averiguar que lo digo desde una atalaya, mi atalaya. Entiendo que no puedan comprenderlo con tan pocas dimensiones, no es que yo sea más grande es que el otro ha decidido ser más pequeño y yo soy como el agua, un poco camaleón si fuera necesario ser cortés o amable pero sólo lo imprescindible, sin debilidades. Me puedo congelar si hay que ser duro o hacerme vapor si necesito escapar, al final volveré a ser agua cuando lo desee y sólo discurriré por mi cauce, mi destino es el mar. Hago meandros cuando se interponen los demás con sus criterios insustanciales. Podría ser arrogante pero no lo soy, me quedo en “altivo”, otra elección como la tuya. Elijo cómo ser sin tener en cuenta ningunas otras premisas impuestas. Sé que me entiendes. Hace unos años aparece el “metrosexual”, un arquetipo sometido a unas normas sociales que ellos suponen escogidas de su propia libertad de juicio ¿De dónde sale eso? Sale de una ciudad como Londres, de una pobreza interna absoluta, de una autoestima tullida, de una falta patológica de criterio en un mar de colores indefinidos y olores inciertos. Una confusión de teorías para acercarse miméticamente a la mujer. Supongo. A alguien se le ocurre escribir un libro como “Ensayo sobre la ceguera” y a otro loco se le ocurre llevarlo a la pantalla... luego aparecen una serie de locos-cuerdos que estiman que no es una película taquillera. ¿Cómo va a serlo? Pepito Grillo no puede ser el personaje central de ninguna obra sin un estúpido a mano, pero esa legión de estúpidos sí puede ser el personaje central de cualquier argumento, por ejemplo, de esta historia que llamamos la vida. Oiga, me bajo aquí. 

Complicidad 

“Un minuto de felicidad vale más que un año de gloria.” Voltaire. 

El Alquimista. Tengo un nieto que tiene ahora seis años y medio. Desde que tenía dos años, yo aprecié en él, un toque de balón con la izquierda, desconocido para un niño de su edad. Este año ha empezado a jugar en un equipo federado, está aprendiendo a situarse en el campo, tiene que aprenderlo casi todo. Yo le sigo todas las semanas. Cuando le llevo al colegio hablamos de fútbol, él me mira y sonríe, somos cómplices, nos entendemos. La gente dice que es mi clon, yo creo que es muy distinto de mí pero que en algo nos parecemos. Soy feliz cuando camino con él por las mañanas, o cuando está en el campo y me saluda. Es una felicidad añadida para alguien que tiene otros motivos menores o quizás mayores para serlo. Si un día llega, estoy convencido de que mirará al pasado y a esos instantes de felicidad compartida y recordará a su abuelo, y si deja el fútbol, porque se aburre o no le apetece, siempre quedará entre nosotros, la mirada cómplice y la sonrisa del acuerdo perfecto. Algo muy difícil de alcanzar. 

Los Fardos 

“Lo que no decimos casi siempre nos hace mejores. Lo que callamos nos ennoblece. Es en ocasiones tan duro morderse los labios y no llamar al necio y al estúpido por su nombre.” León Cohen. 

“No es poca ciencia aprender a soportar las tonterías de los ignorantes”. Demófilo 

El Alquimista: Hay personas que se mueven como gatos al filo del abismo, se manejan bien en el conflicto directo, y con enorme facilidad crean situaciones de tensión máxima. Son en realidad unos desaprensivos que no saben de respeto a los demás y que confunden confianza con familiaridad y relajación. Además, son desagradecidos porque la envidia los corroe. En toda mi vida que ya es larga, no creo haber pasado por más de una docena de situaciones de tensión extrema a las que casi siempre me han llevado, llenándome el vaso de la paciencia durante muchos años. De ese arquetipo, al que con acierto has denominado “fardo”, he tenido que soportar a varias subespecies, unas más raras y otras más comunes. Y me han dado un por saco que por mi naturaleza, he aguantado buscando siempre excusas para no mandarlos a la quinta farola. Al final, he conseguido descargarme de todo los fardos, simplemente cortando por lo sano o por lo podrido, pero nunca me he dado la satisfacción de decirles lo que pensaba o sentía. Pero callando y cortando, también se puede quitar uno el fardo de encima. Ahora por fin, caminamos más ligeros de equipaje. Eso es lo mejor y lo definitivo. Un buen día, se hace el silencio y no los vuelvo a ver, que se pregunten por qué el resto de sus vidas, porque yo nunca les voy a dar explicaciones. 

El mundo al revés 

El Alquimista. Llevo más de 20 años en la Universidad. Esta experiencia me permite hacer balance de todos estos años y me autoriza a hacer algunas reflexiones. Por ejemplo, que nuestra sociedad, sobre todo la más reciente, no premia el esfuerzo y el trabajo duro y bien hecho y se regodea y complace en la facilidad y la mediocridad. Una gran mayoría de mis alumnos no saben expresarse con corrección y son incapaces de verbalizar un pensamiento mínimamente coherente y elaborado. Han demostrado tener grandes dificultades para aprehender los conceptos en su auténtica dimensión. Los políticos de turno no ayudan nada a paliar estas evidentes carencias en la capacidad de pensar y prefieren ganar adeptos, poniendo puentes de oro y dando oportunidades, de manera que auténticos “negados” acaban estudios que en buena lid nunca deberían haber superado. Se desprecia la formación integral y no se fomenta la curiosidad por lo desconocido, ni el interés por lo difícil y lo complejo, sin embargo se premia la facilidad, el mínimo esfuerzo, el cachondeo, la fiesta... Todo esto ha redundado ya, en una sociedad de un nivel intelectual mínimo, donde el criterio propio y los fundamentos escasean, donde brilla lo soez y donde la vulgaridad reina, siendo no ajenos a este resultado, el culto al cuerpo y la inclinación en ocasiones enfermiza por lo lúdico y el consumismo exacerbado. Es raro toparse con alguien con quien poder intercambiar argumentos que no se salgan de los clichés que nos sirven los medios. Por ende, el pensamiento único o global se ha apoderado de Occidente y parece como si no existiera nada, más allá del diferencial o de la reducción del déficit. Los gobernantes actuales no parecen precisamente ser unos adalides del fomento de la cultura o de la renovación del pensamiento, basta con hacer un recorrido. A uno al menos, le queda la capacidad crítica y la firme creencia en valores como la cultura, la reflexión y el conocimiento como fundamentos sobre los que debe descansar la civilización.

La realidad y sus interpretaciones 

El Alquimista: La realidad y sus interpretaciones, tema curioso y sobre el que merece la pena detenerse. La realidad es UNA y las interpretaciones de ésta, infinitas. No obstante, existe un acuerdo común sobre una misma realidad que está relacionado con el equilibrio y el sentido común de las personas que la interpretan. Lo sorprendente es, cuando nos topamos con personas que hacen una interpretación sui-generis y contraria al buen sentido y nos muestran su realidad que en nada se corresponde con la nuestra. Esa interpretación sesgada les conduce a conclusiones erróneas y erráticas y en ocasiones generadoras de conflictos absurdos. Son gente peligrosa con la que es muy delicado hablar y que te meten en un lío por menos de nada. En todos los ámbitos nos topamos con gente como la descrita, afortunadamente no son muchos, pero cuidado con ellos, sobre todo si son personas cercanas. Son además difíciles de reconducir. Un ejemplo muy gráfico de cuanto insinúo, es el hijo adulto que le dice a su padre que de pequeño le daba palizas, cuando la realidad fue que jamás le puso una mano encima. La pregunta que surge es: ¿Cómo puede tener el hijo un recuerdo de algo que nunca existió? A eso me refiero. 

Los extraños senderos de la solidaridad humana 

El Alquimista. Podría remontarme muy lejos en la memoria, pero bastará con relatar algunos momentos y hechos que dejaron mí una huella perenne. Es por ejemplo, aquella desgarradora escena televisada del niño palestino que se abraza y trata de protegerse aterrado entre los brazos de su padre y que a pesar de todo, es alcanzado por los disparos de un soldado israelí. La desesperación de aquel hombre me acompaño durante meses y todavía siento como una puñalada la desgracia de aquel pobre padre cuyo llanto clamaba al cielo. Sólo puedo aceptar como justicia y como venganza, que la sangre de aquel inocente, haya caído todas las noches sobre el cuerpo de aquel bastardo que disparó y sobre el oficial que le dio la orden. Meses o años después de aquella tragedia, oí relatar en la radio o en algún otro medio informativo, que un guerrillero palestino, había entrado en un kibbutz y había asesinado a dos hermanos muy pequeños que en ese momento dormían y estaban solos. Pensé en la madre de aquellos niños y en su tormento, en la falta de piedad del terrorista, y me sentí una vez más conmovido por la crueldad y la violencia despiadada del ser humano. Sólo puedo aceptar como justicia y como venganza, que la sangre de aquellos inocentes, haya caído todas las noches sobre el cuerpo de aquel bastardo que disparó sobre eso dos inocentes. Hace un par de meses, conocí la tragedia de los mineros chilenos enterrados vivos en la mina chilena, a casi un kilómetro de profundidad y les acompañé en mis insomnios y me sentí uno de ellos, compartiendo su angustia. Espero estar junto a ellos en su alegría, si esta historia como parece, acaba bien. Nada de lo humano nos es ajeno, dijo Nietsche, y menos hoy en día, en que el planeta se ha convertido en un pueblo de seis mil millones de habitantes, gracias a la TV, la radio o Internet. La solidaridad es ahora más cercana y más necesaria que nunca. 

La hermosura de la duda: Reflexión a media luz

“Hablan mucho de la belleza de la certidumbre como si ignorasen la belleza sutil de la duda. Creer es muy monótono; la duda es apasionante”. 

Oscar Wilde. “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Jorge Luis Borges . 

El Alquimista. Hoy después de toda una vida, creo que no hay nada tan cierto y bello como la duda. Abomino de las certezas y de sus estandartes. Las certezas son para los dictadores y los necios. Ya a principios del siglo XX, Einstein, cuando sentenció que una masa desplazándose a velocidades próximas a la de la luz, se transformaba en una energía equivalente al producto de ella misma por el cuadrado de su velocidad y Heisemberg, con su principio de incertidumbre, ambos se instalaron y nos situaron en el relativismo y la incertidumbre. Mi abuela, cuando alguien le preguntaba si era seguro esto o aquello y respondía inequívocamente: Seguro es el Dio (no el Dios), también se estaba afirmando en la duda. Los valores eternos, las verdades irrefutables, simplemente son entelequias mentales, necesidades del individuo para contrarrestar su angustia existencial. Yo, agnóstico escéptico (valga la redundancia) desde los veinte años, no niego la posible existencia de nada, pero tampoco la necesito, mi moral natural y cultural me permiten vivir en paz sin apoyos en los que sincera e intuitivamente no puedo creer, ni tampoco engañarme con un acto de fe del que soy ajeno. Tampoco creo en la economía de mercado que no deja de ser la ley de la jungla y siento no disponer de una propuesta alternativa válida. En determinada época, me sentí atraído por el comunismo social y político, esa utopía materialista, pero la URSS y Cuba me devolvieron al camino de la decepción y de nuevo a la duda. Hay que desterrar los absolutos y convivir con las dudas, tratar de aprender a comprender al otro y dejar de juzgarle y sobre todo ser generoso. La generosidad y la tolerancia resultan al final una muy buena inversión en salud emocional y mental. En definitiva, ninguno de nosotros eligió nacer, pero una vez aquí, todos tenemos derecho a disfrutar de los bienes de nuestro planeta y a una vida digna. A partir de ahí casi todo sería negociable.

                                                        De mi libro APUNTES . CÍRCULO ROJO 2015

miércoles, 13 de enero de 2021

CABOS SUELTOS 7

 

Es en el camino donde se padece pero también donde el goce alcanza su máxima intensidad.

El cobarde es aquél que se sumerge en el rebaño y  somete su independencia y su criterio al poder,  por miedo a perder sus privilegios.

El cobarde es aquél que guarda su dignidad bajo el tacón de su zapato para beneficiarse del poder.

 A veces conviene dejar un hueco entre las palabras para el recuerdo.

Por muy buenos que sean, los francotiradores acaban siendo abatidos.

Las palabras incontroladas rebotan contra paredes invisibles y sorprendentemente toman la dirección no deseada.

Ellos, los envidiosos, los gregarios, esos pequeños y asquerosos escarabajos, quisieran que fueras feo y bajito, pero además dócil e ignorante,  así desde su miserable altura,  ellos podrían compadecerse de ti.

Los recuerdos cobran importancia a medida que nuestra vida es más un camino recorrido que por recorrer.

Un poema es un filtro que une sensibilidades.

Herir la sensibilidad de otro es como clavar puñales en un colchón de lana, no se clavan pero lo destrozan.

Somos un paréntesis  infinitamente pequeño en el discurrir de un tiempo infinito.

Vivir es envejecer. No podría ser de otra manera. Envejecer es coleccionar recuerdos y momentos compartidos con otros, con esos seres que por pura casualidad nos pertenecieron y a los que  pertenecimos. Esos seres que nos habitan y nos visitan por y para siempre. La ventaja de los viejos es que poseen todas las edades. En ellos conviven la niñez, la adolescencia, la juventud, la madurez y la propia vejez. Todos somos realmente lo que ha sido nuestro pasado. El pasado de cada uno es el labrador del presente. Por eso,  creo que se puede seguir siendo bello en todos los sentidos (por fuera y por dentro)  hasta que empieza la verdadera decrepitud. Llegado ese momento, uno debiera haber aprendido a dejar su hueco para que otro lo ocupe,  sin amargura y sin miedo. También,  creo que la suerte ha de acompañarnos para alcanzar ese tiempo de despedida.

 

El silencio : Los silencios, a medida que se hacen más largos y profundos, van amontonando palabras y pequeños discursos. A veces reconstruyen y escudriñan el pasado, desmenuzándolo en un análisis subjetivo que encuentra siempre las respuestas buscadas, porque éstas son la base misma de su existencia. ¿ Quién podría mantener rota la comunicación si no estuviera seguro de sus razones ?

A lo largo del silencio, el amor, el odio y al esperanza se entremezclan, afluyen y desaparecen, pudiendo ocurrir que al final del silencio, cuando éste se pierde en la nada, los sentimientos queden diluidos como cuando los ríos abrazan al mar.

Una vez establecido, el silencio puede incluso recrear un amor y sublimarlo. Todo sentimiento es recreación propia, fantasía e invento.  Las palabras son las barreras que inventamos para confundir a los demás. ¿ Quién no preferiría la ternura de un abrazo o la de una mirada a la más bella profesión de amor expresada en palabras ?

Sucede a veces que el silencio necesita negarse, entonces como ahora se revela en palabras escritas. Parece, sólo parece,  que el silencio se rompe, que el silencio muere. Conviene recordar que hay ríos que se ocultan  para reaparecer inopinadamente y desaparecer luego sumergidos en las entrañas de la tierra.

                            De mi libro CABOS SUELTOS. Librosenred 2004.


 

 

 

 

 

 


jueves, 7 de enero de 2021

CABOS SUELTOS 6

 

 

 • “La pendule d’argent qui dit oui, qui dit non.” Jacques Brel. Mientras miraba el reloj de pared de principios del siglo pasado, siguiendo el incansable y cansino movimiento de su péndulo, se dijo: - El tiempo no existe, solo pasa. Nunca es presente, siempre es pasado. Cuando acabo de decir ahora ya es antes.

• Amaba la palabra elocuente y el verso florido: Un nombre, un adjetivo, un pronombre y algo más.

 • El pasado: Esa importante mezcla de pequeños detalles combinados con matices irreproducibles que nuestra mirada captó (determinado gesto, una sonrisa etc…), eso constituye el recuerdo que tenemos de los otros.

• Aquellos que hemos intentando aprender de y a aprehender la vida, llegamos a un lugar situado en la colina del tiempo, donde la perspectiva es mejor y más despejada. Desde la serenidad y la experiencia, somos capaces de vernos a nosotros mismos y a los demás de manera diferente, diría que más justa.

• Las personas, algunas, no todas, tenemos distintos niveles de comunicación y de expresión y estos dependen fundamentalmente del interlocutor. Para decirlo gráficamente, yo no soy el mismo cuando hablo de fútbol o cuando hablo de ingeniería química y mucho menos cuando hablo de literatura o de sentimientos. Tampoco puedo hablar y expresarme sobre todo con todos. Por eso con algunas personas podemos compartir unas cosas y con otras, otras cosas, pero estoy convencido que no hay nadie con quien podamos compartirlo todo. No existe la pareja perfecta, ni de amantes ni de amigos. Somos seres 46 complejos y algunos tenemos la suerte de poder transmitir algo, no todo, lo que sentimos. Casi siempre se nos queda demasiada tinta en el tintero.

• Siempre nos repetimos o repetimos sin saberlo a otros. Me refiero en este caso, al otro, a ese otro yo, que se expresa en silencio, que se expresa escribiendo, que convive con nosotros, entendiendo por nosotros, lo que los demás ven e interpretan. Aunque que al final seamos lo que aparentamos ser para los otros, siempre nos queda el convencimiento de ser además ese otro, que nadie conoce o que se da a conocer parcialmente en sus escritos. Todos, tenemos ese yo al que solo alcanzamos nosotros, como decía Machado: Converso con el hombre que siempre va conmigo. Ese que nos acompañará a la tumba, ese que nadie puede ni siquiera rozar, ese que sólo existe para nosotros mismos y que muy rara vez aceptamos compartir.

 • Quiero convertirme al final de mi vida en el actor secundario de película de serie B y dejar el protagonismo a los otros. Quiero ser el psicoanalista y no el psicoanalizado, quiero ser el maestro y no el alumno, quiero ser el que admira y no el admirado. De los dos hermanos, quiero dejar de ser el guapo y quedarme con el feo... Aprender a escuchar y pasar desapercibido, creo que ese es al menos un buen propósito y en ello voy a poner mi empeño.

• Muchos conceptos se definen por lo que no son, seguramente porque son difíciles de aprehender. Y después están las acepciones, y la humildad como tantos otros tiene varias, v.g. humilde en el sentido de pobre, de muy bajo estatus social. Ahora bien: ¿Qué entiendo yo por humilde? Para mí, la humildad está relacionada con el conocimiento de mi fragilidad, de saberme mortal y por lo tanto finito, de conocer mis límites y también con mi solidaridad con el resto de mis semejantes y el conocimiento una vez más de sus miserias y de sus grandezas. No tiene nada que ver con la modestia, concepto este que se emplea como sinónimo de humildad. Ser humilde, también está relacionado para mí con ser discreto, prudente y comedido.

Carta de un ciudadano corriente

  "Yo soy un hombre que ha salido de su casa por el camino, sin objeto, con la chaqueta puesta al hombro, al amanecer, cuando los gallo...